lunes, 31 de marzo de 2014



      De acuerdo a la crítica marxista (la cual por cierto, debe diferenciarse de la pura sociología de la literatura) las formas, estilos y significados dentro de las obras literarias tienen que comprenderse como productos de una historia determinada, particular. Según Matisse todo el arte tiene la impronta de la época en la cual fue gestada la obra. Este aspecto es de fundamental importancia, ya que entre más profunda sea la huella histórica es más maravillosa la pieza en cuestión. No obstante Eagleton resalta que muchos estudiantes han aprendido otras formas de valorar el arte. Por ejemplo, una de las más conocidas: aquella que dota de mayor grandeza a la obra si esta puede traspasar su propio tiempo, es decir consolidarse como un trabajo que supera las condiciones históricas que la posibilitaron.


     Otro aspecto de suma importancia es advertir que el puro análisis histórico no genera una crítica marxista. Además estudios de este tipo ya se habían hecho con anticipación a Marx, como el de su influencia Hegel. Sin embargo la originalidad de la crítica de Karl Marx radica en la comprensión revolucionaria de la historia misma y no en precisamente en el enfoque histórico con el que trata a la literatura. Pero ¿de qué se trata esta aportación? nada más y nada menos de que tanto para Marx como para Engels la producción de ideas, conceptos y conciencia está entrelazada con la relación del hombre, el lenguaje de su vida real. Esto quiere decir que así como las ideas, concepciones, las relaciones espirituales de los hombres representan (in)flujo directo del material de conducta de los hombres. [Por tanto] , para llegar o hablar del hombre corpóreo nosotros partimos de la realidad activa de él y no de lo que los hombres imaginan, conciben, dicen, ni cómo ellos son pensados, dichos, imaginados, etc. Según Marx y Engels la vida determina a la conciencia y no a la inversa.
    Ahora bien, los dos pensadores alemanes afirman que los hombres, dentro de la vida de producción social, ingresan a ciertas relaciones de producción que son independientes de su voluntad, las cuales corresponden a distintas etapas de desarrollo de sus fuerzas de producción y, una vez sumadas éstas puede conocerse la estructura económica de una sociedad, donde se levanta la superestructura y a la cual corresponden formas de conciencia social. De esta manera, es la esencia social determina de los hombres determina su conciencia y no la conciencia a la vida social. Entonces, de acuerdo a la interpretación de Eagleton,  las relaciones sociales entre los hombres aumentan con las formas de producir su vida material.
Fuerzas y relaciones son dos conceptos empleados en el concepto marxista de estructura económica de la sociedad. En el capitalismo las relaciones se dan entre el que posee los medios de producción y el proletariado, donde el primero compra un beneficio a través de la fuerza del segundo. Estas relaciones son las que engloba el concepto de superestructura, mientras que a los vínculos humanos, leyes dictadas, valores, creencias, etc., por ejemplo, pertenecen al concepto de superestructura. Es justo en estos eventos donde se da una legitimización del poder (el cual se concentra en la clase social dueña de los medios de producción). En la teoría marxista estos elementos conforman el concepto de ideología, la cual sirve para legitimar el poder de las leyes de una sociedad. Entonces, las ideas dominantes de un grupo determinado se traducen en las leyes que norman a la sociedad en cuestión.
    Dicho lo anterior, podemos deducir que la literatura, como manifestación y forma del arte, pertenece a la superestructura de la sociedad. Por ende, una ideología determinada está implícita en cada obra, pues, como decía el crítico francés Hyppolite Taine en su ensayo “Filosofía del arte”, una obra pertenece a un autor, éste a una escuela, ella a un espacio y además a una época. Razón por la cual lleva su sello impreso de los usos, costumbres, pensamientos y concepciones de una sociedad en un lugar y tiempo determinados. Entonces, una obra literaria tiene contenida una propia visión de percibir el entorno, de acuerdo a la prevalencia de la forma dominante de poder. No obstante, debe suponerse que la literatura como manifestación artística sea únicamente reflexión, es decir, pasividad, sino que la obra adquiere un papel activo al no limitarse a la interpretación de la base económica vigente. De acuerdo al texto de Eagleton, la literatura es <<expresión de su tiempo>>, dicho de otra forma, ella es parte de una ideología determinada, de la cual habla ya sea implícita o explícitamente. Este punto responde a la pregunta 1) ¿Cómo funciona la literatura como ideología?
2) ¿De qué manera se relacionan la forma y el contenido literario?
   Como hemos visto al inicio de este comentario explicativo, la superestructura de una sociedad es determinada por los dueños de los modos de producción; ellos dictan las leyes, valores, ideas en boga, etc. Entonces, la situación política, económica e histórica en un espacio específico, en una época determinada, configuran las formas de comprender el mundo, interpretarlo y nombrarlo. Entonces, en la obra de arte el contenido es una de las partes de una propuesta dialéctica. La siguiente fase, que no es ella, pero resulta imprescindible es la forma, ya que en ella se actualiza una interpretación del mundo.

miércoles, 19 de marzo de 2014